Los responsables de las Categorías Inferiores queremos traer una reflexión a este espacio fundamentada principalmente por ciertas actitudes que pensamos merecen, al menos, una pequeña parada en el camino y pensar en nosotros mismos.
Somos conscientes que generalizar nunca es bueno pero señalar con el dedo es de mala educación, pero ello no debe perdernos en intentar ser justos, por tanto creo que es necesario aclarar que esta reflexión la hacemos tras situaciones vividas últimamente con algunos padres de grupos como el Benjamín A y sobre todo del Prebenjamín. Ello no quiere decir que los demás debamos pensar que estamos por encima del bien y del mal.
No se trata de enseñar desde aquí que es lo que un padre debe hacer y que no, tampoco se trata de demonizar a nadie, pero si nos gustaría que algunas actitudes variaran pues pensamos que son contradictorias con la educación que nosotros queremos dar a los niños y sobre todo, son contradictorias con la imagen exterior que queremos dar como representantes de un club que intenta ser modelo.
Por tanto nos hemos permitido traer aquí una carta de un hijo a un padre, material reconocible por quienes nos hemos y nos estamos preparando día a día para dar lo mejor a vuestros hijos, creo que una lectura atenta de la misma puede provocar esa reflexión que el titulo de esta nota reclama:
"Papa, ¿Qué estás haciendo?
No sé muy bien como decírtelo. Seguramente crees que lo haces por mi bien, pero no puedo evitar sentirme raro, molesto, mal.
Me regalaste un balón cuando apenas empezaba a andar. Aun no iba a la escuela cuando me apuntaste al equipo de futbol. Me gusta entrenar durante la semana, bromear con los compañeros y jugar el domingo como lo hacen los equipos grandes.
Pero cuando vas los partidos, no sé. Ya no es como antes. Ahora no me das una palmada cuando termina el partido ni me invitas a un bocata.
Vas a la grada pensando que todos son enemigos, insultas a los árbitros, a los entrenadores, a los jugadores, a otros padres…
¿Por qué has cambiado? Creo que sufres y no lo entiendo.
Me repites que soy el mejor, que los demás no valen nada a mi lado, que quien diga lo contrario se equivoca, que solo vale ganar.
Ese entrenador del que dices que es un inepto es mi amigo, el que me enseñó a divertirme jugando.
El chaval que el otro día salió en mi puesto, ¿te acuerdas? Si, hombre, aquel a quien estuviste toda la tarde criticando porque “no sirve ni para llevarme la bolsa”, como tu dices…ese chico está en mi clase. Cuando le vi el lunes me dio vergüenza. No quiero decepcionarte. A veces pienso que no tengo suficiente calidad, que no llegaré a ser profesional y a ganar cientos de millones, como tú quieres.
Me agobias. Hasta he llegado a pensar en dejarlo; pero me gusta tanto…
Papá, por favor, no me obligues a decirte que no quiero que vengas más a verme jugar".